enero 31, 2007

BOROXI

Me encontré el otro día con un habitante de Borneo occidental quien mediante el lenguaje universal de las señas me indicó que se hallaba perdido y que deseaba regresar a su hogar. Decidí ponerle un nombre ya que era imposible para mí saber cuál era el que el me informaba de manera que pensé en Borne pero sonaba mucho a un borne que no me acuerdo muy bien que es pero que estaba seguro que no era un nombre, después pensé en Occidental pero sonaba a yanqui y yo soy enemigo de los yanquis y de todo lo que sea Occidental, además que este señor era de ese color Negro retinto que sólo tienen los habitantes de aquellas latitudes por lo que no le hubiera quedado acorde con su personalidad, tampoco quería llamarlo Negro por que no soy racista. Decidí hacer una conjunción entre los nombres de su país y le puse Boroxi, ahora que lo pienso si la cosa hubiera sido al revés este me hubiera puesto a mí Reparge? Que feo suena. Y pensándolo también Boroxi suena a cosa química y oxidada y este negro de lo que menos tenía era de colorado. Coloradas se me pusieron las orejas cuando Boroxi me pegó un grito para hacerme reaccionar y que le contestara lo que me había preguntado. Entonces le dije simplemente: - ignoro, absolutamente, todo lo referente a vuestro país, no sé si existe, no sé donde queda y si no se donde queda, mal puedo indicarle como volver al mismo y me retiré. Pero él me retuvo y me indicó que no había entendido un pomo de lo que yo le había dicho a través del clásico gesto con los cinco dedos de la mano hechos un montoncito hacia arriba y moviéndolo hacia arriba y abajo y además abriendo grandes los ojos cosa que me impresionó un poco ya que no se si Uds se dieron cuenta pero esta raza de gente tiene una frente amplia y al abrir más los ojos quedaba que parecía sólo ojos y dientes. Intenté hacerme comprender y le hice el clásico gesto de pasarse la mano por debajo de la mandíbula y estirando el labio inferior. El entonces tomó un palo y dibujó en el piso de tierra un plato volador, en realidad dibujó toda una historieta en donde un plato volador lo había levantado de al lado de unos cebúes que estaba cuidando y lo habían llevado vaya a saber dónde y luego fue depositado en nuestro país, aparentemente estos alienígenas no saben nada de Geografía o piensan que en este mundo es como en el de ellos que con solo pensarlo se trasladan de un lado al otro. El pobre tipo me dio lástima de manera que decidí ayudarlo y mediante el clásico gesto de “siganme los buenos” hice que me acompañara, tomamos el ómnibus en la ruta y viajamos una hora, luego bajamos y caminamos, caminamos y después empezamos a trepar. Debo reconocer que en esto él me ganaba, pero me las apañé como pude y seguimos subiendo hasta llegar a la cima. Allí le hice yo un dibujito y le indiqué que por ahí siempre bajaban los alienígenas y que con suerte por ahí enganchaba alguno que fuera para su país de manera que sólo le quedaba esperar y lo dejé ahí, en la cima del Uritorco. He vuelto a mis ocupaciones habituales realmente contento de haber podido hacer una buena obra.